jueves, 2 de octubre de 2008

Los puntos suspensivos...

“Hombres negros que acusais...”

Sor Juana Inés de la Santa Fe de la Vera Cruz

Este posteo (se dice asi, bolo!?) va dedicado al alienado... al enajenado... de mi amigo... ¡que digo mi amigo!... mi hermano Rodrigo Barba


¿Qué le pasa Barba? (tomando la infatigable y oportuna pregunta de Weimbaun).

¿Qué tiene usted contra los puntos suspensivos?

¿Acaso pretende que los puntos suspensivos pasen a ser puntos suspendidos?

No comparto... sería un verdadero caos literario.

Particularmente, la oportuna intervención de los puntos suspensivos en mis textos no conllevan otra intención, más que propiciar una pausa, un acompañamiento en la lectura, o mejor dicho, en la intención de la lectura. O mejor aún, en la intención o cadencia que yo pretendo que mis textos tengan al momento de ser decodificados por mi lector modelo elo elo (nótese que este concepto pertenece a Eco, un tipo que se repetía bastante) que en este caso y particularmente en este texto es usté. (Quizás sea su única oportunidad de ser modelo de algo, aprovéchela). Quizás usted adjudique el error al hecho de que mi escritura, en muchos casos, suena (o se lee en este caso) muy parecida a mi forma de hablar (aca iría el suena, pero no tiene mucho sentido que lo ponga, así que omita esto último).

Algunos probablemente le dirían que si... yo considero sin embargo que de pensar así usted estará incurriendo nuevamente en un graso error... Pues yo no ando por la vida vociferando el término “puntos suspensivos”, “puntos suspensivos” en el medio de las oraciones que emito cuando hablo... y mire que hablo, eh!

Maldigo la hora en que compartimos juntos el visionado del documental sobre el diario “Crítica de la Argentina”. Sobre todo el momento en que Jorge Lanata levantaba en peso (por más paradójico que suene) a uno de sus periodistas por la utilización de los puntos suspensivos. ¡Pobre muchacho!... ¡no encontraba lugar donde esconderse!.

Ojalá estuviera yo en la redacción de ese diario para observar la cara de ese muchacho cuando Lanata comunicó por los medios que iba a encabezar una revista en la calle Corrientes. “A mi me venis a hablar sobre como se escribe, no queres que te enseñe a bajar las escaleras del Maipo también”, le tendría que haber dicho el tipo... en fín... no quisiera irme por las ramas... o también me va a acusar de irme por las ramas en los textos. Dele... a ver... dele... ah!... No dice nada eh!... me lo imaginaba. “Tira la mano y esconde la piedra!”

Que viene después?... Que digo mal las frases?... Que no pongo el signo de interrogación cuando empiezo la oración?.... Va a criticar acaso mi uso desmedido de las comas?... (¿La abundancia de los paréntesis en mis textos?)... Por favor!

Sabes lo que pasa? Es la envidia que ya se esta empezando a notar... porque soy un renovador de la poesía, un vanguardista. En cambio usted pertenece a esa caterva de poetas clásicos, ortodoxos, seleccionados para la bienal... Asi le va!

La vanguardia es así... Barrabás!... Acéptelo!

¡Andá a hacerte cosquillas con una pluma, infeliz!

¿Querías un texto?... ¡¡¡ACÁ TENÉS UN TEXTO!!!

Le Fer Net (ENARDECIDO verdaderamente)